Manifiesto 2024
Hola! He vuelto, seguramente no os estéis preguntando por qué hace tanto que no escribo, porque en el fondo quién lee estas nudoletter está bastante cerca en mi vida como para saber que he estado completamente sobre estimuado: he viajado a Roma en lo que ha sido una de las semanas más fuertes de mi vida, me he hecho dos festivales, he tocado en El Sotano y mientras leéis esto voy en un avión a Dublín a ver a Taylor Swift. No tenía mucho tiempo para filosofar básicamente porque los diez minutos que he estado en casa los he invertido en ducharme y dormir.
Total, que ha llegado junio y en concreto el 28 y eso significa solo una cosa: Orgullo. Yo todos los años escribo una especie de manifiesto personal, porque me ayudaba a concretar pensamientos y a canalizar la rabia y porque, además, últimamente a la gente le gustaba mucho, así que esta Nudoletter os la voy a dejar para eso.
Con esto del verano no se muy bien cuando me volveré a sentar a escribir, pero bueno, mis cartas mis normas (y creo que la norma es que no hay normas), así que espero que seáis felices y tengáis el privilegio de romantizar el verano, aquí os dejo mi manifiesto 2024.
De los últimos años, este posiblemente sea el que más miedo da celebrar el orgullo, quizás también es el más necesario, ahora que hasta a las farolas de Madrid se les ha olvidado de qué va esta fiesta. Curiosamente, también es el año que menos escribo desde el dolor y la rabia, en el que menos incendiario necesito ser.
Llevo días pensando en el por qué de esta calma, no se si es una cuestión de privilegio o de engullición del sistema, si soy más maduro o si ser maduro significa sacrificar la revolución por la tranquilidad. Quizás todo esto sea cierto en parte, pero mi conclusión es que hay algo mucho más fuerte.
Lo queer es invisible y resbaladizo, esa es su mayor fuerza y su mayor maldición, vive en la fina línea entre desbaratarlo todo y ser reducido a cenizas. Esta es la causa por la que cada cierto tiempo los hombres de las altas cumbres de la medicina, el derecho y la política deciden cuestionarnos: primero nuestra legitimidad, luego nuestra integridad y por último nuestra existencia.
En el último año he sido participe y protagonista de una vida cada vez mas marica, mas desviada, más alejada a lo que parece ser una trayectoria vital normativa. Esto seguramente no sea ni bueno ni malo, pero me ha otorgado una reafirmación sobre mí mismo que nadie nunca podrá volver a cuestionar. Ahí reside mi fuerza en este momento.
Existo y de la forma en la que existo, voluntaria e intuitivamente al mismo tiempo. No sólo existo, sino que existimos. Existimos y hemos creado un submundo maravilloso pese a que es tremendamente imperfecto. Existimos y convivimos como líneas que se cruzan, porque tenemos derecho a tener un espacio propio y a relacionarnos en lo compartido, porque somos iguales y diferentes al mismo tiempo.
No sólo convivimos, sino que somos una parte crucial de la sociedad, me he dado cuenta de que somos los encargados de sostener el bagaje cultural, de cuidar su archivo y transformarlo, de borrar la linea que separa lo tradicional y lo vanguardista para que nada sea sólo conservador. Y estamos en todas partes incluso, sorprendentemente para mi yo de hace escasos meses, en mundos al principio tan alejados como podrían ser el deporte.
Lo más bonito de todo esto es que no es una divagación teórica, sino que orgullosamente digo que formo parte de todo lo anteriormente mencionado, por eso este año no hay dolor ni hay miedo, esto año no tengo ganas de arder, porque ahora yo y muchos controlamos el fuego.
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